jueves, 23 de julio de 2009


"EL SOL Y LA LUNA"

Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez, se enamoraron perdidamente y a partir de ese momento comenzaron a vivir un gran amor.

El mundo aún no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dió entonces a ambos un toque final... el brillo.

Quedó decidido tambíen que el SOL iluminara el día y que la LUNA iluminara la noche... siendo así, estarían obligados a vivir separados.

Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían...

La LUNA fué quedándose cada vez más triste. A pesar del brillo dado por Dios, fué tornándose solitaria.

El SOL a su vez, había ganado un título de nobleza: "Astro Rey", pero éso tampoco lo hacía felíz.

Dios, viendo ésto, les llamó y les dijo: "No debéis estar tristes, ambos ahora poseéis un brillo propio y especial."

"Tú, LUNA, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías."

"En cuanto a tí, SOL, sustentarás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día, proporcionarás calor y tu simple presencia hará a las personas más felices."

La LUNA se entristeció mucho más con su terrible destino y lloró amargamente... Y el SOL, al verla sufrir tanto, decidió que no podía dejarse abatir más, ya que tendría que darle fuerza y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.

Aún así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial: "Señor, ayuda a la LUNA por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad..."
Y Dios en su inmensa bondad, creó entonces las estrellas para hacerle compañía a la LUNA.

La LUNA siempre que está muy triste recurre a ellas, que tratan de consolarla, pero casi nunca lo consiguen.

Hoy, ambos viven así... separados. El SOL finge que es felíz y la LUNA no consigue disimular su tristeza.

El SOL arde de pasión por la LUNA y ella vive en las tinieblas de su añoranza.

Dicen que la orden de Dios era que la LUNA debería ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió... porque es mujer, y una mujer tiene fases. Cuando es felíz, se torna llena, pero cuando es infelíz es menguante y ni siquiera es posible apreciar su brillo.

LUNA y SOL siguen su destino. Él, solitario pero fuerte; ella, acompañada de estrellas, pero débil.

Pero sucede que Dios decidió que ningún amor en el Universo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la LUNA y el SOL... Fué entonces que creó el Eclipse.

Hoy SOL y LUNA viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que anhelan con tanta pasión.

Cuando en el cielo el SOL cubre a la LUNA, es porque se posa sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que Dios nombró Eclipse.

Su éxtasis es tan grande en ese preciso momento, que si lo viésemos directamente, quedaríamos cegados por tanto amor.

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